de Anajoy Arroyo, el Sábado, 02 de abril de 2011 a las 12:56
He tenido encuentros fulminantes con esa pócima que se hace llamar sutilmente “vino”, de alguna manera su creador eligió un nombre correcto para sus efectos. Ya que viene con porte altivo y se para sobre tu mesa, con educación se inclina sobre la copa y sin el menor pudor se derrama sobre ella. He aquí el secreto de su nombre “Vengo Inocente Nunca Obediente”. Por más que intentes decir: son solo unas copitas… una vez al año no hace daño. MENTIRA!!!! Si hace daño y sus consecuencias son devastadoras.
Mi primera batalla campal con el mortal enemigo, tuvo lugar sobre la cama de mis tíos; me explico para los mal pensados. Mis tíos son amantes del vino, y por ello tienen en su casa dos vineras siempre bien preparadas para recibir visitantes. Una noche mientras veíamos tv en familia comenzamos a hacer anécdotas familiares, y sin darnos cuenta entre corcho y corcho destapamos seis botellas; dicho sea de paso éramos cuatro, pero solo bebimos los tres adultos, y para colmo de los males mezclamos distintas clases de vino. Por supuesto de esto no nos dimos cuenta hasta la mañana siguiente que vimos las seis malditas en formación de bolos sobre la meseta de la cocina.
Desperté asqueada por un fuerte olor a vómito en mi cuarto, y no bien abrí los ojos comencé a revivir lo pasado. Resulta que obviamente debía percibir un fuerte olor si el vómito estaba en la sábana que tapaba mi cara. Me levanté vi el zafacón teñido de rojo y recordé: entré a mi cuarto me acosté, pero no podía dormir ya que mi cama era una versión de una yola en el canal de la mona, como buena embarcación ancle, pero la cama era muy alta y mis pies no tocaron el piso. Así que me pare de allí me dirigí al zafacón y con dedito en la boca problema resuelto estaba fuera de mi cuerpo, limpie mis manos con la sábana y dormí como una princesa. Claro hasta el otro día que fui esclava de un dolor de cabeza y la sensación de que mi estomago estaba visitando a su vecino el cerebro.
Luego de aquella revelación fui mucho más precavida con esas botellas, cada vez que llegaba vino a mi casa, le hacia los saludos militares, tomaba dos copas y listo; logrado el efecto de hablar de tonterías sin sentido, me acostaba feliz y me levantaba radiante, hasta anoche. Mi mala intención de darme un jumito se añejaba en mis pensamientos desde principios de semana, pero el viernes reunió todas las características requerida para el azaña: depresiva, en quiebra y pensativa.
Con musiquita de Ricardo Arjona, Camila y bachata de Aventura le di permiso a una copa poseída de tomar control de mi vida. Llego una buena amiga, hablando, riendo y publicando cosa en Facebook (porque lo hicimos no entendí) fuimos víctimas del vino. Pero lamentablemente yo no había probado bocado desde las 1:30 de la tarde y sumado a que bebí más de una botella los resultados fuero caóticos. Terminé enamorando al inodoro, suplicando que me llevaran a mi cama.
Al otro día buscando remedios para la resaca, me dieron algunos tips que deben ser compartidos.
1. Antes de dormir bebe una taza de leche y toma un Tylenol, amanecerás como nuevo (Teoría no comprobada por mí, no lo intenten sin prescripción médica).
2. Bebe un Gatorade frío servido con hielo y toma dos Rapiditas, efectivo funciona! Gracias a ese remedio estoy escribiendo esto.
3. Come un guineo (tampoco comprobada, pero un bebedor me dijo que es un éxito).
4. Una taza de agua con cinco cucharaditas de azúcar (funciona si no estás vomitando).
5. Una cuchara de picante (estoy probando esa teoría).
Espero que nunca tengan que hacer uso de unos de estos tips.
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